Hoy ha nacido en mi pecho
un recuerdo
de solidez ennegrecida.
Un aroma condensado
del que han surgido
efímeras raíces.
Se ha plegado mi cuerpo
en una contracción exquisita,
quemando mi espalda
la furia
de un sol verdadero,
desvelando en la orilla
el sabor confuso
de un verano enterrado.
Deshabito mi cuerpo
y viajo
a universos vivos;
charcos diminutos
del río seco
sobre los que llueve memoria.
Donde mora y muere mi vida,
vida,
de dolor constante
y repetido.
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